miércoles, 15 de julio de 2009

El otro yo.


Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el proposito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando.Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.





Mario Benedetti.

Quiero una hermosa noche de verano.


Quiero una hermosa noche de verano, calida, con bichitos de luz, grillitos, y una radiante luna llena.
Quiero tirarme panza arriba, a cantar canciones
Canciones en una hermosa y calida noche de verano con bichitos de luz.
Tocar la guitarra.
Tocar canciones con una guitarra
Canciones con una guitarra en una hermosa y calida noche de verano con bichitos de luz.
Pero si no conoces la noche en su total esplendor, para que queres una hermosa y calida noche de verano con bichitos de luz?
Que es la noche?
Sabes cuales son sus colores y formas?
Las formas y colores de una hermosa y calida noche de verano con bichitos de luz.
Para que la nombras si no la entiendes y no sabes de que se trata.
Yo mejor quiero una noche de otoño, porque las noches de verano nadie las entiende.
Una noche con viento de otoño
Una noche con viento y hojarasca de otoño

Yo solo quiero una fria y gris noche de otoño, observandola desde adentro, desde muy adentro.






By: Dai

lunes, 13 de julio de 2009

Lingüistas.


Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del congreso internacional de lingüítica y afines, la hermosa taquígrafa regogió sus lápices y sus papeles y se dirigó a la salida abiéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, eniólogos, críticos estructuralistas y deconstruccionalistas, todos los cuales siguieron su barboso desplazamiento con una admiración rallana en la grosemática. De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: ¡Qué sintagma, qué polisemia, qué significante, qué diacronía, qué centrar ceterorum, qué zungespitze, qué morfema! La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonémas. Solo se la vió sonreír, alagada y, tal vez, vulnerable, cuando el jóven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ¡Cosita linda!








Mario Benedetti.



(Pintura de Hueso Richardulli, un grande de Lujan)





D.S